jueves, 30 de enero de 2020

Despues del descanso

Después de pasar unos largos días de descanso en Tavernes, comenzamos nuevo recorrido, volvemos a Cádiz, y es que hay mucho que ver allí
Boceto a la acuarela
Por suerte, el invierno no llega a ser muy frío y por eso la ciudad no deja de tener afluencia turística a lo largo del año.
Cádiz ha sido escenario de diversos episodios históricos de mucha importancia para el país. Por ello, en casi todas las calles de las diversas localidades es común encontrarse con gran cantidad de construcciones con más de 3 siglos de existencia, con bellas esculturas, gran cantidad de museos y muchos complejos para la exposición de material arqueológico. Sin embargo, estas atracciones están ahí todo el año y con un buen itinerario podrá observar todas las que le interesen. Sin embargo, hay fiestas que sólo se realizan una vez al año y son atractivos protagónicos de todo tour turístico en Cádiz. Una de estas fiestas es el Carnaval de Cádiz, con la declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional, donde la ciudad se viste de gala para compartir la alegría con sus compatriotas y los turistas.


Parece ser que el Carnaval de Cádiz, es un hijo, aunque sea pródigo, del cristianismo,  mejor dicho, sin la idea de la Cuaresma no existiría en la forma en que ha existido desde fechas oscuras de la Edad Media Europea. Se lo relaciona también con los ritmos del tiempo, con la percepción cualitativa del tiempo. El cristianismo establece «un orden pasional del tiempo», en el que los momentos de alegría y tristeza se alternan cronológicamente, según sea tiempo de prohibiciones o tolerancias, asimilados por el cristianismo. El Carnaval es una consecuencia de la concepción simple del tiempo que adopta el cristianismo. Una concepción ajustada a los ciclos vitales y de las cosechas.

Su principal significación es que autoriza la satisfacción de todos los apetitos que la moral cristiana, por medio de la Cuaresma, refrena acto seguido. Pero al dejarlos expansionarse durante un periodo más o menos largo, la moral cristiana reconoce también los derechos de la carne, la carnalidad. El Carnaval encuentra así, además de su significación social y psicológica, su función equilibradora en todos los aspectos. Y todo pese a que en 1523, Carlos I había prohibido totalmente las máscaras.


Cádiz, Óleo sobre lienzo, 38 x61
Esta obra es una de las que presentaré para donar el 50% a la Asociación Española contra el Cáncer.